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¿Por qué como y sigo con hambre? Una mirada desde la psicología y mi experiencia clínica

Por que como y sigo con hambre-Dra. Paola Sánchez

¿Te ha pasado que terminas de comer y, aun así, sigues con hambre?
Aunque hayas hecho un plato balanceado, aunque estés “lleno”, tu cuerpo o tu mente te pide más. Y no es solo un antojo ocasional; es algo que se repite, que confunde, que frustra. Como especialista en pérdida de peso, es una de las inquietudes más frecuentes que escucho en consulta: “doctora, ¿por qué como y sigo con hambre?”

Créeme, si te identificas con esto, no estás solo. Muchas personas viven este conflicto sin entender qué lo provoca. A veces, se sienten culpables por “comer de más”, sin saber que lo que realmente está ocurriendo va más allá de la cantidad de comida en el plato.

En este artículo quiero acompañarte a explorar las causas reales detrás de esa sensación persistente de hambre. Vamos a hablar de forma clara, precisa y desde la ciencia:

  • ¿Qué papel juegan tus emociones en el apetito?
  • ¿Cómo diferenciar el hambre física del hambre emocional?
  • ¿Por qué tu cuerpo podría estar buscando comida cuando lo que realmente necesita es otra cosa?

Desde mi experiencia clínica, y con el respaldo de un equipo multidisciplinario que incluye nutrición, medicina y psicología, abordaremos este tema con profundidad. Mi objetivo no es solo informarte, sino ayudarte a identificar si esto te está ocurriendo y qué puedes hacer para comenzar un cambio real y sostenido.

Acompáñame en este recorrido. Porque entender por qué como y sigo con hambre es el primer paso para transformar tu relación con la comida y contigo misma.

Tabla de contenido

¿Qué significa realmente tener hambre?

Uno de los pasos más importantes para responder a la pregunta “¿por qué como y sigo con hambre?” es comprender que no todo lo que sentimos como hambre proviene de una necesidad real de alimento. De hecho, muchas veces estamos respondiendo a señales internas que no tienen nada que ver con el estómago… sino con el corazón y la mente.

¿Qué es el hambre física?

El hambre fisiológica, o hambre física, es la que todos conocemos: esa que aparece cuando tu cuerpo necesita energía para funcionar. Se manifiesta de forma progresiva, con señales claras como:

  • Ruido estomacal o sensación de vacío.
  • Cansancio o falta de concentración.
  • Irritabilidad leve (lo que algunos llaman “hangry”).
  • Necesidad de alimentos variados, no necesariamente un antojo específico.

Este tipo de hambre responde a un ritmo biológico. Suele aparecer varias horas después de la última comida y desaparece al comer una cantidad adecuada de alimentos. Es una señal sana, natural y necesaria.

¿Qué es el hambre emocional?

El hambre emocional, en cambio, no surge del cuerpo, sino de las emociones. Aparece repentinamente, de forma intensa, y suele estar relacionada con estados como:

  • Ansiedad o estrés acumulado.
  • Tristeza, soledad o vacío emocional.
  • Frustración o enojo reprimido.
  • Aburrimiento o sensación de “falta de propósito”.

En estos casos, el acto de comer se convierte en un intento de gestionar lo que emocionalmente no se está resolviendo. El cuerpo no necesita alimento, pero el cerebro interpreta la comida como una forma de consuelo. Es una manera aprendida (y muy común) de buscar alivio rápido, aunque temporal.

¿Cómo se confunden el hambre física y la emocional?

Este es uno de los grandes retos que vemos en consulta: muchas personas creen que tienen hambre física cuando en realidad están experimentando hambre emocional. ¿Por qué ocurre esto?

Porque ambas pueden sentirse similares, pero tienen orígenes y consecuencias muy diferentes. Aquí algunos ejemplos cotidianos que seguro te resultan familiares:

  • Has tenido un día estresante en el trabajo y, al llegar a casa, te lanzas sobre el refrigerador. No es que tu cuerpo esté falto de nutrientes, sino que tu mente necesita liberar tensión.
  • Estás triste por una situación personal y “de la nada” sientes ganas de algo dulce o salado. No tienes hambre real, pero necesitas un alivio emocional rápido.
  • Comes aunque ya estás satisfecha, simplemente porque el sabor te da placer o porque “ya está servido”.

Cuando confundimos estos tipos de hambre y comemos como forma de regular emociones, la saciedad nunca llega verdaderamente. Y ahí volvemos a la pregunta clave: ¿por qué como y sigo con hambre?

La respuesta muchas veces está en aprender a escuchar al cuerpo con más claridad y, sobre todo, en entender nuestras emociones sin juzgarlas.

Las causas psicológicas detrás del “¿por qué como y sigo con hambre?”

Hablar de hambre sin hablar de emociones es quedarse con la mitad de la historia. En mi experiencia como especialista en pérdida de peso, he visto cómo muchas personas, incluso comiendo bien, nunca se sienten verdaderamente saciadas. Y no es falta de fuerza de voluntad, como muchos creen. Es más profundo. Es neurobiología, historia personal y entorno social. Veamos por qué.

Causas Psicológicas del Hambre Emocional
Causa psicológicaExplicaciónConsecuencia principal
🧠 1El cerebro busca recompensa, no nutriciónLos ultraprocesados ricos en azúcar, grasa y sal estimulan la liberación de dopamina. Este sistema de recompensa, que antes servía para sobrevivir, hoy está sobreestimulado.El cuerpo no busca energía real, sino repetir ese “golpe” de placer químico, lo que alimenta el hambre emocional.
🔁 2El ciclo de restricción y descontrolLas dietas muy restrictivas alteran las hormonas que regulan el apetito (grelina y leptina). El cuerpo percibe escasez y responde con señales de hambre más intensas.Aparecen episodios de atracones o pérdida de control, generando frustración y la sensación de “¿por qué como y sigo con hambre?”.
👶 3Heridas emocionales: trauma, crianza y comidaLa relación con la comida se forma en la infancia. Premios, castigos o experiencias dolorosas pueden dejar huellas emocionales que influyen en la adultez.Se genera un hambre crónica no física, vinculada a necesidades emocionales como afecto, seguridad o contención.
🌍 4Entorno: respuesta social más que biológicaVivimos en una cultura donde todo gira en torno a la comida: celebraciones, estrés, redes sociales y presión estética. El entorno influye directamente en cómo comemos.Comer se convierte en una respuesta social o emocional más que biológica, incluso sin hambre real.

Por eso, la respuesta a “por qué como y sigo con hambre” no está solo en el plato, sino también en el entorno emocional y mental que nos rodea.

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Quiero que sepas que sí hay una alternativa efectiva, saludable y sostenible. Contáctame y te acompañaré en todo el proceso.

Señales que indican que tu hambre podría no ser física

Es normal tener hambre. Lo que no es tan normal —ni sano— es sentir hambre todo el tiempo, incluso después de comer. Como experta en pérdida de peso, te comparto algunas señales que he identificado en pacientes que viven esta desconexión entre cuerpo y emociones. Si te reconoces en varias de ellas, es probable que lo que experimentas no sea hambre física… sino algo más.

Señales de Hambre Emocional
SeñalDescripciónConsecuencia
⚠️ Comes rápido y sin disfrutarEl acto de comer se vuelve urgente e impulsivo. No saboreamos ni registramos, solo buscamos terminar el plato para calmar algo que no sabemos nombrar.Termina en una sensación de vacío mayor, ya que lo que realmente se buscaba no era comida.
🍫 Buscas alimentos específicos tras un mal díaDespués de momentos de ansiedad o estrés, aparecen ganas irresistibles de chocolate, pan, frituras o dulces.El malestar emocional no desaparece y suele acompañarse de culpa o insatisfacción.
⏱️ Sientes hambre poco después de comerTras una comida completa, regresa el deseo de comer en minutos. Generalmente es aburrimiento, tristeza o desconexión emocional.El estómago está lleno, pero el corazón sigue vacío.
😔 Sientes culpa o vacío tras comerLa satisfacción dura muy poco y da paso a la culpa, la autocrítica o la sensación de no tener control.Refuerza un ciclo de desconexión con el cuerpo y baja autoestima.
🎁 Usas la comida como premio o compensaciónFrases como “me lo merezco” o “después de tanto estrés me consuelo con esto” refuerzan el uso emocional de la comida.Se consolida una relación en piloto automático que impide alcanzar verdadera saciedad.

¿Cómo abordarlo de forma efectiva?

Después de identificar que tu hambre podría no ser física, sino emocional, es normal sentirte un poco perdida o incluso frustrada. La buena noticia es que sí existen formas efectivas y seguras de recuperar el equilibrio. No se trata de forzarte a comer menos o evitar alimentos que te gustan, sino de entender lo que realmente está ocurriendo dentro de ti.

En mi consulta, acompañamos a mujeres que viven con esta inquietud constante —“¿por qué como y sigo con hambre?”— desde un enfoque integral. Esto significa que trabajamos no solo la parte nutricional, sino también las emociones, los hábitos y los patrones mentales que están detrás de la alimentación.

Alimentación consciente: escucha tu cuerpo con compasión

La alimentación consciente (mindful eating) es una herramienta que ayuda a reconectar con las señales reales de hambre y saciedad. Cuando comemos de manera automática o en piloto automático, es muy fácil confundir el hambre emocional con el hambre física.

¿En qué consiste este enfoque?

  • Aprender a hacer pausas antes de comer.
  • Observar cómo se siente tu cuerpo realmente: ¿es hambre o es ansiedad?
  • Comer con atención, sin pantallas ni distracciones.
  • Reconocer emociones sin juzgarlas, en lugar de silenciarlas con comida.

Este trabajo no se logra de la noche a la mañana, pero con práctica, empiezas a descubrir que tu cuerpo tiene una sabiduría interna que siempre ha estado ahí… solo necesitaba ser escuchado.

Técnicas desde la psicología: romper patrones que perpetúan el hambre emocional

Desde la psicología clínica, existen herramientas muy concretas que nos permiten entender por qué muchas veces comemos sin hambre real. Algunas de ellas incluyen:

Estas técnicas te devuelven el control, no a través del autocastigo, sino mediante el entendimiento profundo de lo que está pasando dentro de ti.

Acompañamiento profesional: el camino seguro y sostenible

Aunque hay mucha información disponible en internet, la realidad es que cada caso es único, y lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Intentar resolver esta situación por tu cuenta puede llevarte a frustración, culpa o más descontrol.

Por eso, en mi práctica clínica abordamos esta inquietud con un equipo multidisciplinario que trabaja de forma coordinada: psicología, nutrición, medicina y coaching en hábitos. Nuestro enfoque no es invasivo ni restrictivo, sino personalizado, empático y profundamente humano.

La solución no es dejar de comer. Es empezar a entenderte.

Recomendaciones prácticas para empezar hoy

Si estás leyendo esto y te das cuenta de que tu hambre puede no ser física, aquí te comparto algunas estrategias sencillas que puedes comenzar a implementar de inmediato:

Lleva un diario emocional de alimentación

Anota qué comes, cómo te sentías antes de comer, y cómo te sientes después. Este ejercicio puede ayudarte a identificar si estás comiendo por necesidad física o por emociones.

Haz pausas conscientes antes de comer

Antes de abrir la alacena o pedir algo, respira profundo y pregúntate: “¿De verdad tengo hambre?”. Incluso cinco segundos de conciencia pueden marcar la diferencia.

Detecta tus gatillos emocionales

Piensa en situaciones que usualmente despiertan en ti el deseo de comer sin hambre: ¿estrés en el trabajo? ¿tensión familiar? ¿sentimientos de soledad o frustración? Conocer estos detonantes te permite desarrollar nuevas estrategias para gestionarlos.

Crea un entorno alimentario amable

Evita comer frente al televisor, celular o en situaciones de distracción. Come sentada, con calma, en un espacio que invite a estar presente.

Busca apoyo profesional si lo necesitas

Reconocer que no puedes con todo sola no es una debilidad, es un acto de valentía. Existen procesos reales, profesionales y efectivos para trabajar la raíz del problema y recuperar tu bienestar.

Trabajar en tu relación con la comida desde la conciencia y el cuidado emocional es mucho más poderoso que cualquier dieta. Y lo más importante: es sostenible en el tiempo.

¿Por qué confiar en Paola Sánchez para resolver este problema?

Soy Paola Sánchez, especialista en pérdida de peso con formación clínica y una visión integral de la salud. A lo largo de mi trayectoria, he acompañado a cientos de personas que, como tú, se preguntaban constantemente: “¿por qué como y sigo con hambre?”, sin encontrar respuestas reales en dietas convencionales. En mi consulta trabajo con un enfoque multidisciplinario que combina nutrición, psicología, coaching y medicina, porque entiendo que la pérdida de peso no se trata solo de calorías, sino de emociones, hábitos y bienestar profundo.

Junto a un equipo comprometido y especializado, abordamos cada caso de forma personalizada, sin juicios ni fórmulas mágicas, priorizando el equilibrio físico y emocional a largo plazo. Si sientes que ya has intentado todo y sigues sin encontrar respuestas, te invito a descubrir un método que respeta tu historia, escucha tu cuerpo y te acompaña con profesionalismo y empatía. Agenda tu cita y da el primer paso hacia una relación sana con la comida y contigo misma.

Dra. Paola Sánchez | Método 4Pro

Preguntas frecuentes sobre “¿por qué como y sigo con hambre?”

1. ¿Cómo puedo saber si lo que siento es hambre física o hambre emocional?

La principal diferencia entre ambas es la forma en que se presentan. El hambre física suele aparecer gradualmente, puede esperar, y se calma con casi cualquier tipo de alimento. En cambio, el hambre emocional aparece de manera repentina, suele estar relacionada con un antojo específico (generalmente azúcares o carbohidratos) y no se detiene incluso después de comer. Si notas que comes como una reacción automática al estrés, la ansiedad o el aburrimiento, es probable que no se trate de una necesidad fisiológica, sino de una forma de gestionar emociones no resueltas.

Esto puede deberse a varias causas, pero una de las más frecuentes está relacionada con factores emocionales o patrones mentales que no han sido abordados. Comer sano no siempre garantiza estar saciado si el cuerpo no está recibiendo suficiente cantidad o si la comida se utiliza como forma de consuelo emocional. Además, si has estado en dietas muy restrictivas en el pasado, tu cuerpo puede seguir enviando señales de hambre como mecanismo de defensa. En estos casos, trabajar con profesionales que integren nutrición y psicología es clave.

Sí, y es más común de lo que parece. El estrés activa la liberación de cortisol, una hormona que puede aumentar el apetito y hacer que busques alimentos como una forma rápida de regulación emocional. Además, cuando estás estresada, es probable que pierdas conexión con tus señales de hambre y saciedad reales. Por eso, muchas personas comen bajo presión sin darse cuenta de que no tienen hambre física, sino una necesidad de alivio mental.

Si comiste una comida balanceada y, aun así, sientes hambre al poco tiempo, puede ser una señal de desconexión emocional o de hábitos aprendidos. A veces, esta sensación no es hambre real, sino una respuesta automática frente al aburrimiento, la rutina, la fatiga mental o el impulso de buscar “algo más” aunque no lo sepamos identificar. Aprender a hacer pausas, respirar y revisar qué está pasando en tu entorno o en tu mente puede ayudarte a entender mejor esa señal.

Absolutamente. De hecho, uno de los objetivos del trabajo que realizo con mis pacientes es recuperar el placer genuino por la comida, sin culpa y sin excesos. No se trata de dejar de disfrutar, sino de aprender a disfrutar con conciencia. Comer con atención, sin distracciones, reconociendo las emociones que están presentes, permite que la experiencia alimentaria sea plena y satisfactoria, sin caer en ciclos de exceso y culpa.

No. Las dietas por sí solas no resuelven el hambre emocional. De hecho, muchas veces agravan el problema, porque al restringir alimentos o imponer reglas estrictas, aumentan la ansiedad y el deseo de comer. El hambre emocional tiene raíces más profundas: historias de vida, emociones no gestionadas, aprendizajes de la infancia, etc. Por eso, es fundamental abordarla desde un enfoque integral que combine nutrición, psicología y acompañamiento real, sin prohibiciones innecesarias.

Una de las herramientas que más recomiendo es el diario emocional de alimentación. Consiste en anotar qué comiste, a qué hora, cómo te sentías antes y después, y qué pensabas en ese momento. Este simple hábito te permite detectar patrones invisibles, como por ejemplo: “cada vez que discuto con alguien, termino comiendo sin hambre”. También puedes prestar atención a qué tipo de alimentos sueles buscar en esos momentos y en qué contextos se repite este comportamiento. La conciencia es el primer paso para el cambio.

Mucho más de lo que solemos pensar. El entorno incluye desde los estímulos visuales en redes sociales, hasta las costumbres familiares, el ritmo de trabajo, el nivel de estrés diario o incluso la forma en que creciste en relación con la comida. Comer con prisa, en espacios tensos o con la presión constante de “hacer dieta” puede llevarte a comer sin hambre y desconectarte de tus necesidades reales. Por eso, en mi enfoque trabajamos también en mejorar el entorno y crear hábitos más sostenibles y respetuosos contigo misma.

No es obligatorio, pero sí muy recomendable si has identificado que tu forma de comer está afectada por tus emociones. Muchas veces, el hambre emocional está relacionada con experiencias pasadas, creencias profundas o heridas emocionales que no podemos abordar solo desde la alimentación. Un psicólogo especializado en conducta alimentaria puede ayudarte a identificar y sanar estas raíces, permitiéndote recuperar el control y construir una relación más sana con la comida… y contigo misma.

En mi consulta, no tratamos a las personas con fórmulas genéricas ni dietas impuestas. Sabemos que cada caso es único, y por eso trabajamos con un enfoque multidisciplinario, que integra nutrición clínica, psicología, coaching y acompañamiento emocional. Nuestro objetivo no es que bajes de peso a toda costa, sino que entiendas tu cuerpo, tus emociones y tu historia, para que la transformación sea real, consciente y duradera. Si sientes que ya has intentado todo y aún te preguntas “¿por qué como y sigo con hambre?”, estamos aquí para ayudarte de forma profesional, empática y totalmente personalizada.

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